Bienvenidos sean los “Seniors”

Si debemos caracterizar a la sociedad chilena, es inevitable pensar en cómo a través de los años la población ha ido envejeciendo cada vez más (OTIC, 2016). Esta situación no sólo trae repercusiones a nivel social, sino que también, importantes desafíos para las empresas y sus trabajadores, ¿por qué? Dejando de lado los estereotipos negativos acerca de la vejez, como por ejemplo, el estado de dependencia, aislamiento, desinterés social, problemas de carácter, salud e incluso la “carga económica” (OTIC, 2016), hoy en día podemos observar que el aumento en los niveles de educación, salud y expectativas de vida hacen que “el adulto mayor” sea un segmento que puede seguir aportando laboralmente a la sociedad y a su propio desarrollo (SENAMA, 2012). Actualmente no es lo mismo pensar en un “viejo” de 60-65 años, versus uno de 85-90. Hoy en día tan sólo un 14,4% de la población de adulto mayor es dependiente y además, dentro de la población chilena laboralmente activa, un 34,2% tiene un jefe de hogar mayor de 60 años (Case, 2015).

Entonces, ¿qué circunstancias debemos tener presente? Por un lado, a nivel de adulto mayor, nos encontramos con un capital de experiencia acumulada que no debemos desperdiciar, y que de hecho, es posible seguir potenciando a través de capacitaciones, prácticas de desarrollo y mantenimiento que aumenten su empleabilidad, los cuales pueden ser facilitadas a través de RRHH y desde las jefaturas, cuyas prácticas a la vez podrían servir para erradicar los prejuicios instalados en la sociedad y la empresa misma (Dikkers, De Lange & Van der Heljden, 2017). Ante esto, también es responsabilidad de los adultos mayores mantenerse como un agente activo, donde se “invierta” en aumentar su empleabilidad y, por lo tanto, reduzca el riesgo de que sus conocimientos y habilidades se vuelvan obsoletos (Dikkers, De Lange & Van der Heljden, 2017).

En definitiva, la evolución de cómo se plantea hoy en día el adulto mayor es una realidad que nos invita a replantear nuestras concepciones acerca de cómo se entienda la “vejez”, yendo más allá el deterioro biológico, sino que también, integrando su potencialidad de producción y productividad, para entonces enfocarnos en su potencialidad de «liderazgo senior».  Surge la necesidad que tanto empresas como la sociedad y “los mismos viejos” le demos una vuelta hacia nuestros propios límites de producción y comencemos a renovar lo que se entiende por “vejez”. Caso contrario, basta con que tengamos en consideración que los mayores de 50 años en Chile son dueños del 73% de los activos financieros del país (SENAMA, 2012).

Psicóloga Macarena Sotomayor A.

EAS

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