¿Cómo salir de la zona de confort para poder aprender?
A medida que crecemos y mejoramos profesionalmente, también nos vemos enfrentados a situaciones en las que tenemos que adaptar nuestras acciones y preferencias. Es, simplemente, una realidad del mundo en el que trabajamos hoy, y sin la capacidad y el valor de dar ese salto, es posible que también dejemos pasar importantes oportunidades de avanzar. Entonces como profesionales, ¿cómo podemos construir nuestras vidas en vez de evitar esas obligaciones desagradables, pero también beneficiosas?
Se sincero contigo mismo. Cuando rechazas esa oportunidad de hablar en público, ¿realmente fue porque no tenías tiempo o te daba miedo exponerte frente a tanta gente? Cuando no enfrentaste a ese compañero de trabajo que te boicoteaba constantemente, ¿fue porque de verdad creías que pararía solo o te aterrorizaba la idea de un conflicto? Arma una lista de las excusas que sueles poner para evitar situaciones que salen de tu zona de confort y pregúntate si realmente son válidas. Si otra persona pusiera esas mismas excusas, ¿las vería como algo sin fundamento o como razones de peso? La respuesta no siempre está clara, pero nunca podrás superar la falta de acción si no comienzas siendo sincero sobre tus propios motivos.
Asume la actitud adecuada como propia. Es posible que te cueste entablar una conversación con desconocidos en general, pero seguro que te cuesta menos si el tema es uno del que sabe mucho.
Identifica oportunidades y aprovéchalas. Muchas veces tenemos más libertad de la que creemos para convertir esas tareas desagradables en algo que nos parece menos tedioso. En muchas ocasiones podemos encontrar la forma de ajustar y reformular nuestras obligaciones para que cumplir con ellas sea lo menos incómodo posible.
Introdúcete por completo en la tarea. Para salir de tu zona de confort, debes hacerlo y querer hacerlo por mucho que resulte incómodo. Establece los mecanismos adecuados que te obliguen a dar el salto, a involucrarte con el cambio. Hasta puede que descubras que tu temor original no era tanto como lo estabas imaginando.
Comienza con pasos pequeños. Por ejemplo, en vez de intervenir en la sala de reuniones delante de compañeros de mayor rango, empieza por hablar más en reuniones más pequeñas con pares para averiguar cómo se siente. También puedes pedir a un amigo o compañero de confianza que te asesore frente a una situación desafiante.
Siempre va a haber errores, pero no pasa nada. De hecho, es la única manera de aprender, sobre todo sabiendo que los tropiezos son una parte inevitable y esencial de cualquier proceso de aprendizaje. Al final, incluso cuando pensamos que no tenemos poder en situaciones que se salen de nuestra zona de confort, tenemos más poder del que creemos. Entonces, inténtalo. Se sincero contigo mismo, asume la actitud necesaria y da el salto.
Fuente: Harvard Business Review