¿Cómo planificar y gestionar el tiempo?
Aprender a planificar puede ser una experiencia frustrante. Y en el caso de algunas personas concretas, sus cerebros podrían tener la culpa ya que los cerebros de algunas personas están configurados de forma natural para mantener el orden, mientras que los de otras personas no.
Las personas en quienes domina la parte izquierda posterior del cerebro se sienten más cómodas al elaborar planes lineales y llevarlos a cabo. Sin embargo las personas cuyo cerebro está dominado por una parte diferente, encontrarán mucho más difícil cualquier planificación. La razón es que la neuroquímica de su cerebro les lleva a invertir 100 veces más energía para pensar en modo «planificación» que alguien cuya cerebro está más predispuesto a funciona desde la parte izquierda posterior.
Reconocemos aptitudes como la creatividad, el análisis y la redacción que pueden resultar más fácil a unos que a otros, con la comodidad con la planificación ocurre lo mismo, sin embargo podemos potenciar esa capacidad al construir de forma activa neuroconexiones dentro de nuestros cerebros a través de la práctica continua.
Algunos consejos clave para aprovechar las fortalezas naturales del cerebro y, con ellas, lograr una mayor resiliencia a la hora de planificar:
Acepta la dificultad. Si creemos que algo debería ser fácil cuando es difícil, tendemos a enojarnos y tenemos más probabilidades de rendirnos. Pero si fijamos la expectativa de que una tarea es difícil, estaremos más dispuestos a seguir comprometidos con resolverla porque entenderemos que los problemas forman parte del proceso. Una vez que se entiende que no será fácil, la tendencia es a sentirse más tranquilo, más confiado y con las cosas más claras sobre cómo estructurar el tiempo.
Abandona la mentalidad del todo o nada. Muchas personas creen que deben seguir sus planes al pie de la letra, de lo contrario todos sus esfuerzos no tendrán validez; que si no pueden planificar cada día, no deberían planificar nada. En su lugar, mira el aprendizaje como un proceso en el que las mejoras se suman y cada día cuenta. Esto mejorará tu resiliencia: no te castigarás tanto cuando te desvíes del plan y, a su vez, encontrarás más fácil la forma de volver a él.
Encuentra sistemas que funcionen. En lugar de obligarse a seguir un proceso de planificación establecido de antemano, encuentre el sistema que más te sirva. Por ejemplo, si tienes una fuerte inclinación visual, encuentra una manera de organizar el tiempo y el trabajo que tenga en cuenta esa preferencia: anota tareas en post it, dibuja en una pizarra y usa mapas mentales. Si le encantan las hojas de cálculo, pon tu lista de tareas y planes en Excel. No existe ninguna forma errónea de planificar. Experimenta hasta encontrar la que mejor se ajusta a ti.
Aprovecha el cerebro de los demás. Si conoces a personas que destacan a la hora de planificar y por sus habilidades organizativas, pregúntales cómo lo hacen. Es posible que les resulte fácil ofrecerte soluciones en potencia para problemas que a ti se te pueden hacer más difíciles. Recibir sugerencias de otras personas sobre posibles técnicas y métodos de planificación, en vez de intentar desarrollar uno propio, podría ahorrar mucho tiempo.
Sigue intentándolo. Cuando te encuentres frustrado durante el proceso de planificación, ten compasión contigo cuando cometas errores, vuelve a centrarte cuando te distraigas y modifica tus planes cuando surjan problemas nuevos.
Entender lo que pasa dentro del cerebro mientras se mejora la capacidad de planificar y gestionar el tiempo marca una gran diferencia en la capacidad de animarse a sí mismo y seguir intentándolo a pesar de las frustraciones y los obstáculos. Cuando te convenzas de que puedes cambiar tendrás posibilidades mucho más altas de ser exitoso en el proceso de mejorar tu capacidad de planificar y organizar.
Fuente: Harvard Business Review