¿Cómo encontrar compasión hacia las personas que se nos hacen difíciles?
Se necesita compasión para lidiar con las personas difíciles. La investigación reciente sugiere que para regular la ansiedad, la alta presión arterial y el malestar al tener que interactuar con una persona así, lo importante es prepararse para ello. Para esto, se puede ajustar la forma de pensar sobre esta persona antes del encuentro y aprender a desarrollar compasión hacia ella.
Los investigadores señalan que la compasión tiene cuatro componentes: a) reconocer el sufrimiento de la otra persona; b) permitirse conectar emocionalmente con ese sufrimiento; c) desear que la otra persona no sufra y, d) sentirse motivado a aliviar su sufrimiento (no necesariamente hacerlo, pero si sentir la motivación).
Existe un programa de Entrenamiento en el Cultivo de la Compasión (CCT) creado el año 2009 por Thupten Jinpa junto a un grupo de neurocientíficos, psicólogos y terapeutas, dictado por la universidad de Stanford con muy buenos resultados. Algunas sugerencias para utilizar las enseñanzas del programa CCT en lo cotidiano son:
No suprimir los pensamientos. La investigación muestra que la supresión de pensamientos activa la amígdala cerebral, donde yace la respuesta de lucha o huida del cuerpo. La supresión de pensamientos nos vuelve más ansiosos a largo plazo y tiene efectos dañinos en la salud física. Además, genera aumentar los pensamientos sobre lo que se está intentando dejar de pensar.
Reconocer que uno mismo también puede ser difícil. Es útil recordar que tal como esta persona es difícil para mi, yo puedo ser esa persona difícil para alguien más.
Ser curioso. Por un momento, imaginar cómo es la vida de esa persona. Recordar que él o ella también tiene sueños y esperanzas, también es un padre/madre o un hijo/a de alguien. Al imaginar sus dificultades, se facilita soltar parte de la ansiedad o ira sentidos, lo cual tendrá un efecto mental y físico positivo en uno mismo. No es necesario perdonar a la persona, el objetivo es disminuir la reactividad emocional que hace daño.
Sintonizar con el cuerpo. Notar cualquier cambio fisiológico que se observe al pensar o hablar (respiración corta, hombros tensos, palmas sudorosas) y ver si es posible hacer algunos ajustes. Hacer una respiración profunda y relajar los músculos. Esto cambiará la forma en que se reacciona.
Es fácil tener buenos pensamientos hacia algún conocido o alguien a quien se quiera mucho, pero estos pensamientos ¿pueden ser generados hacia personas que irritan? Se puede y al lograrlo, significa que se ha alcanzado un nivel más alto de resiliencia emocional. Es natural que todo esto sea difícil de hacer, por eso se debe practicar antes de relacionarse con esa persona, así cuando llegue el momento, es más fácil utilizar todas estas habilidades.
Fuente: Wall Street Journal