Imagina que consigues tu trabajo ideal, todos los días haces algo que te gusta mucho y todas las noches lo deshacen y, al día siguiente, debes comenzar todo de nuevo… ¿te motivaría ese trabajo? Probablemnte no ya que todos necesitamos encontrar un sentido a lo que hacemos y si este no existe, inevitablemente surge la desmotivación. Cuando nos enfrentamos a trabajos que pensamos que no sirven, puede surgir la sensación de estar atrapados, sin embargo, esto se puede cambiar y aquí hay 3 ideas para hacerlo:
El sentido depende de ti. No es algo que esté escondido y que una persona desde fuera te lo tenga que mostrar, sino que está en ti. Sería más simple si recibiéramos refuerzo constante o si nos explicaran con detalle el sentido de cada cosa que hacemos en el trabajo, sin embargo esto no siempre ocurre. Y cuando no sabes el para qué haces lo que haces, tienes que ser tú quien tenga esa respuesta.
Encuentra tus puntos fuertes y aplícalos en tu trabajo (hasta en los rutinarios). Aunque tengas un trabajo rutinario, busca en ti cuáles son tus fortalezas y, una vez que las identifiques, averigua cómo puedes aplicarlas en tu trabajo y ponlas en práctica. Probablemente el objetivo de tu tarea cambiará y luego, inevitablemente tu motivación también.
Piensa en terceros. El sentido más poderoso que tiene algo es cuando afecta a otros, ya sean familia, amigos o clientes. Cuando uno se ancla en el impacto positivo de lo que va a hacer (incluso puede ser mostrar una cara amable a personas queridas en situaciones difíciles), encuentra más recursos en sí mismo.
Entonces, el sentido depende de ti. Hay trabajos y momentos donde es más fácil vivirlo, sin embargo el desafío surge al enfrentarse a la rutina, a la frustración de partida o al desánimo. Es entonces cuando debemos recordar que el sentido de trascendencia está en cada uno y en la manera en la que cada uno vive lo que le ha tocado vivir.
Fuente: Laboratorio de Felicidad de elpais.com