Estar en el presente desde el cuerpo
Mucho se habla sobre la relevancia de lograr vivir en el presente, sobre los beneficios de la meditación, sobre el exigente ritmo en el que vivimos en esta era y sobre la importancia de darnos, aunque sea un momento, una pausa. Cultivar la atención plena nos ayuda a darnos cuenta de lo que estamos haciendo, contribuye a un manejo más efectivo del estrés y tiene un impacto positivo en la salud y en los niveles de bienestar general, entre otros beneficios.
Con algunos ejercicios sencillos y cortos que puedes incorporar a tu rutina como herramientas diarias de autocuidado, serás capaz de comenzar a practicar tu habilidad de estar en el presente:
- Conéctate con las sensaciones de un acto habitual: nuestro mundo sensorial nos trae al presente porque está sucediendo justo ahora. Has algo que habitualmente haces enfocándote en los sentidos. Por ejemplo, hazlo con tu primera taza de café o de té del día. Siente el olor del producto cuando lo abres, escucha cómo el agua llena la taza, siente su olor ahora que lo mezclas con el agua, siente su temperatura en las manos, siente la sensación del vapor en la nariz, pruébalo, siente su temperatura dentro de la boca, su amargor, su dulzor, el movimiento que hace la garganta para tragar, etc.
- Céntrate en tu respiración: tu respiración está en el presente, está siempre sucediendo aunque no tengas conciencia de ella. Sólo obsérvala sin hacer modificaciones. Puedes darte cuenta cómo cambia en diferentes momentos y bajo diferentes emociones. Puedes sentir tu respiración fijando tu atención en las fosas nasales, ¿cómo se siente la entrada y salida de aire?, ¿qué temperatura tiene? Puedes también centrarte en tu pecho, ¿cómo se mueven tus costillas cuando entra y sale el aire?, ¿cómo se mueve tu espalda cuando lo haces? O puedes centrarte en tu vientre, sintiendo cómo se infla y desinfla como un globo cuando entra y sale el aire. Puedes escoger la forma que más te acomode y centrarte unos minutos en tu respiración.
- Observa tu cuerpo: has un alto, detente unos segundos y observa ¿cómo está tu postura?, ¿tienes alguna molestia o tensión?, ¿cómo está la temperatura de tus manos y pies?, ¿cómo se siente el contacto de la planta del pie con el zapato?, ¿cómo se balancea tu cuerpo? Luego continúa con lo que estabas haciendo. Una manera útil de habituarnos a este ejercicio es poner una calcomanía o recordatorio visual en algún lugar de paso o sobre algún objeto que veas todos los días pero que no veas todo el tiempo. Por ejemplo, en el espejo del baño, en el tarro del café, en un pasillo de la casa o del trabajo donde cruces algunas veces en el día, etc.
“La inconsciencia puede desconectarnos de nuestro cuerpo, de sus señales y de sus mensajes, lo que, a su vez, puede generarnos, sin que nos demos siquiera cuenta de ello, muchos problemas físicos. Y vivir en un estado de inconsciencia crónico puede desconectarnos de lo más hermoso e importante de nuestra vida e impedirnos ser, en consecuencia, todo lo felices que podríamos ser”.
Jon Kabat-Zinn
Psicóloga Catalina Villarroel B.
EAS