8 formas en que la gratitud ayuda a aumentar
el nivel de felicidad
Lo que pensamos incide directamente en nuestro nivel de felicidad, mucho más que las circunstancias objetivas de la vida. Si yo pienso que caminar por la calle es peligroso, cada vez que salga a la calle voy a estar tensa, muy alerta a mi entorno y atribuyéndole malas intenciones a cualquier persona que pase cerca mío, claramente esta tensión va a impactar en mi nivel de felicidad y es por lo que estoy pensando, por cómo estoy interpretando la situación.
Al practicar la gratitud, se intenta cambiar la forma negativa de interpretar las situaciones externas de una forma real, no decirse superficialmente «está todo bien» pensando que eso cambiará las cosas. Existen actividades que están científicamente demostradas que son eficaces en esta línea, como lo plantea Sonja Lyubomirsky en su libro La Ciencia de la Felicidad; entre estas actividades, la EXPRESIÓN DE GRATITUD es la primera que se destaca.
Se entiende la gratitud como «un sentimiento de asombro, agradecimiento y apreciación por la vida», entendiendo que está centrada en el presente, es decir, apreciar nuestra vida como es hoy y lo que ha permitido que sea así. Estos son los principales motivos por los que se recomienda practicar la gratitud:
- Pensar con gratitud ayuda a aprehender las experiencias positivas de la vida: si logramos entusiasmarnos y disfrutar algunos de los detalles que diariamente experimentamos, nos hacemos capaces de extraer la máxima satisfacción posible y disfrute de las circunstancias actuales.
- Expresar gratitud refuerza él autoestima y el amor propio: al realmente darnos cuenta de todo lo que otros han hecho por nosotros (padres, amigos, hermanos, profesores, parejas, hijos, etc.) y de todos los logros que hemos tenido durante nuestras vidas, inevitablemente comenzamos a sentirnos más seguros y eficaces.
- La gratitud ayuda a afrontar el estrés y el trauma: la capacidad de apreciar las circunstancias a las que nos vemos enfrentados, se puede transformar en una manera adaptativa de enfrentar las situaciones, pudiendo darle una nueva interpretación más positiva a los eventos que generalmente tomamos por negativos. Por ejemplo, si se terminó el contrato con mi trabajo, este puede ser un buen momento para darme unos días para dormir hasta tarde y descansar.
- La expresión de gratitud estimula el comportamiento ético: es más probable que las personas agradecidas se orienten a apoyar a otras personas tomando conciencia de los actos amables que reciben y siendo recíprocos en esto; además tienden a apreciar más las cosas que tienen y disminuir las ganas de poseer cada vez más cosas materiales.
- La gratitud puede ayudar a establecer vínculos sociales, a fortalecer las relaciones que ya existen y a preocuparse por las nuevas relaciones: las personas que sienten gratitud por personas determinadas, se lo expresen directamente o no, logran establecer con esas personas relaciones más cercanas y de mayor calidad. Esto es «contagioso» ya que si la otra persona percibe este tipo de relación, se comporta en concordancia y se va generando una retroalimentación positiva en las interacciones.
- Expresar gratitud tiende a inhibir las comparaciones envidiosas con los demás: cuando realmente estamos agradecidos por lo que tenemos, no sólo en términos materiales, disminuye la probabilidad de estar mirando lo que otros tienen y querer parecernos.
- Expresar gratitud es incompatible con emociones displacenteras: es difícil sentirse culpable, resentido o enojado cuando se está practicando el agradecimiento.
- La gratitud ayuda a frustrar la adaptación hedonista: la adaptación hedonista se relaciona con la capacidad de adaptarnos con facilidad a los eventos; cuando los eventos son negativos, esto puede ser muy útil, sin embargo cuando son positivos, genera que nuestro grado de disfrute de estas situaciones, sea pasajero ya que nos acostumbramos a la situación. La gratitud ayuda ya que facilita el hecho de que evitemos dar por seguras las cosas buenas de la vida, si no que permite estar consciente de estas y agradecerlas, disfrutándolas.
Psicóloga Antonella Longo M.
EAS